lunes, 7 de abril de 2014

Novela: "Amor prohibido"

Chicas, llego ahora de la facultad y he podido sacar un ratito. Siento no haber subido antes y que no sea demasiado largo. GRACIAS POR ESTAR SIEMPRE!



Capítulo 25


Peter estacionó el coche en el parking de la universidad, y entró. No sabía como reaccionaría Lali y no quería presionarla ni hacerla enfadar más, además de que no quería montar ningún escándalo delante de la gente-más que nada porque nadie sabía ni si quiera que tenían una relación-así que la esperó ya en clase. 

Cuando Lali llegó a la universidad, no dejaba de buscar a Peter con la mirada. ¿Habría ido a clase o se hubiera ido por ahí con el coche? ¿Estaría enfadado, triste, disgustado? ¿Qué pensaría? Tal vez había sido dura con él, y no lo había dejado explicarse, alomejor había sido poco comprensiva. No entendía nada, pero estaba preocupada y se sentía algo culpable. Por fin entró a clase, y ahí lo vio, en primera fila como siempre, hablando con su amigo Pablo. Le echó una mirada y enseguida se dirigió a la clase, dejando sus cosas encima de la mesa.

-Buenas tardes. Bueno, hoy he traído un caso práctico para analizar, os gustará. Pasad las hojas hacia atrás-dijo dándole las hojas a Pablo y Peter, y compartiendo por unos segundos esa mirada de complicidad que tenía con él. Y así pasaron la clase, como siempre entre miradas y más miradas, pero con una diferencia: esta vez sus miradas no transmitían las mismas cosas. Ninguno de los dos sabía qué sentía o pensaba el otro, y eso les hacía no saber como actuar. Finalizó la clase, y Lali lanzó una última mirada a Peter y salió, entonces le escribió un mensaje.

-¿Después o mañana podemos hablar?

+En terminar la última clase te hablo.

Lali aprovechó para quedarse adelantando trabajo en su despacho, y así haciendo tiempo hasta que saliera Peter. Entonces recibió un mensaje de su amiga.

-Amiga¿Vienes a cenar?

+No lo sé, y si voy será tarde. Cena sin mí, más tarde te cuento.

-Ok, beso!!!!

Lali miró la hora, en cinco minutos finalizaba la clase de Peter, así que le avisó de que estaba en su despacho, que en diez minutos se veían en la entrada, cuando se hubiera ido la gente. Entonces tocaron a la puerta y cuando abrió ahí estaba Peter.

-¡Peter! habíamos quedado en el aparcamiento, nos pueden ver.

-Acabo de salir, ni si quiera he mirado el móvil. Y he venido para ver si seguías aquí.

-Pit... lo siento por no haberte escuchado antes, tendrás tus razones y... no te he dejado explicarte ni...

-Shh...-se acercó a ella y delicadamente apoyó el dedo en sus labios-los dos nos merecemos una conversación, pero no aquí. ¿Qué te parece si ceno contigo en tu casa y hablamos tranquilamente?-Lali esbozó una pequeña sonrisa.

-Me parece bien-ella le dio un abrazo, cogiéndolo por la espalda, como una niña abrazando a su padre cuando tiene miedo. Pero entonces, se dieron cuenta del fallo que habían tenido; se habían olvidado de donde estaban. Un compañero de Lali abrió la puerta, y entonces se quedó estupefacto al ver esa escena, al igual que ellos. Sabían que habían tentado demasiadas veces a la suerte, arriesgándose viéndose en la universidad. Y esque llega un momento en que todo se descubre, cae la careta, sale del encierro, de lo clandestino, como si eso fuera lo prohibido. Lo prohibido, lo clandestino, es una olla a presión. Cuando llega a su punto te explota en la cara, te salpica, te moja, te sorprende. Te toma, te aborda, te arrebata... así lo niegues, eso que mantenemos en la sombra, clandestino, tarde o temprano reclama su lugar. La leña que se moja pero que no se consume sigue chispeando, eso es la clandestinidad. Porque la clandestinidad tarde o temprano prende, renace de las cenizas, te quema. Finalmente lo clandestino sale a la luz, abandona las sombras, la oscuridad, para luchar por lo que quiere. Desafía al debe ser, a lo prohibido. Y ya sin esconderse, sin ocultarse, lucha a cielo abierto.